jueves, 3 de septiembre de 2009


YO



Me recorro con un dedo, tan flaco como los otros nueve, me contemplo desde afuera, como si fuera otra quien lo dirige. Desnuda, mi dedo empieza en la frente, se desliza por mi pequeña y respingada nariz, pasando en medio de mis profundos ojos negros, que se abren y se cierran, que lloran y hacen guiños, salta el dedo sobre mi boca, mi boca triste, mi boca que besa, que ríe, que prueba, que muerde, mordisquitos suaves, húmedos, mordiscos fuertes con agitación.se desliza mi dedo, se mueve mi labio inferior, el mas grueso, como gelatina, dulce gelatina de fresa, cae sobre mi pecho que se infla y se desinfla, que respira, que suspira, que sostiene dos senos que soportan la gravedad, que algún día cederán ante ella. Sigue el dedo la suave línea de finos vellos, que une mi vientre con mi paraíso, pasando por mi ombligo, mi profundo ombligo, terso y redondo, que se inunda de sudor ajeno. Sigue el dedo su celestial camino, donde las piernas de mi paraíso se abren, se estiran hacia el cielo, con el esguince en mi rodilla izquierda, con mi cicatriz en la rodilla derecha. Una delgada pantorrilla se une a mis tobillos, a mis pies delgados, que corren, que caminan perezosos, que me llevan y me traen, que se cansan de andar, que me sostienen. Y mi dedo, que señala, que apunta, que se hunde suave, lenta y deliciosamente en el arequipe vuelve a la mano a la que pertenece, me despierto, aun tengo diez dedos.


JULIANA PERDOMO.
(autobiografia)

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