lunes, 19 de marzo de 2012

SUEÑO


Se escribió sobre el escritorio...



Tengo la retina cansada.
Las sombras palidecen nocturnas,
algunas brillan y tiritan profundas
en la esquina del cuarto
que se llenó de un espacio sin usar.
La luz táctil
entra sinuosa en la recamara.
Se llenan de pequeños prismas
los objetos lúgubres
que ilbanaban
puñaladas traviesas
en los halos del diafragma ocular.
Una escaramusa,
una mueca;
y el espejo del fondo
empieza a brillar.
Las cosas cambian de color.
El baho del frío
inunda la celeste Luna,
la cúspide nave
descansa inmortal
en las frágiles luces
que a su lado tiemblan
sin cesar.
¿Cuántos primigéneos rayos
fueron a parar
en la pequeña imagen
que coronó
la estela lunar?
Mi sueño deambula,
merodea los pasillos que conducen
a la clépsidra que se ciñe
al espacio sideral.
Saborearán mis labios
rebrotes de tu ausencia,
pronunciaciones que al compás del silencio
en lo ductil del eco
dejarán de resonar.
Tengo la retina cansada
y una lágrima se me escapa
que no he logrado apresar.
La raída esfinge de la tarde
caé como bambalina
en mi habitación.
La tormenta tras su espasmo
ha dejado ver en su trazo
la cicatriz que agoniza
en la oscuridad finita
de la inmensidad.
Vuelve el sueño a mi retablo,
al aposento intacto
en el que los colores engullían
espectros brillantes
de mágica luz.
Y entre dormida voy quedando
mientras mi púpila se ha graduado
para el resplandor real:
las últimas luces que se apagan
son las de las entrañas,
donde está opalescente
el alma sin disfraz...


MARIAFERNANDA CEBALLOS. (La realidad).

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