
Las rodillas se desgastaron esa ultima vez,
fuè por derroche,
desenfreno; gemidos.
Y tú consolabas al día siguiente mis heridas, y yo te lastimaba.
Tú susurrabas a mi oído, yo me negaba.
Ahora lamento y recuerdo las raspaduras de aquellas rodillas.
nuestras rodillas.
El relámpago de caricias,
y me sumerjo en el olvido para controlar la pena
que me da, haberte dejado pasar.
MARCELLA CAICEDO.
3 comentarios:
jajajajaj yo toda posuda¡¡¡
ese poema me gusta mucho¡
Es hermoso, demasiado real.
Bastante real... me duele esa perdida todavia¡¡
Publicar un comentario