sábado, 10 de abril de 2010

DULCE AGONIA


Entre la suave lluvia se siente caer la noche.
La cálida bruma regocija a los árboles y su inmenso
abrigo traspasa el viento sereno.
Del dulce murmullo y aroma inolvidables, volvieron
las ilusiones y las estrellas brillaron como nunca.
El rose delicado de tu mano secó las lágrimas que
brotaban de mis ojos, mientras mi dolor se
desvanecia lentamente.
Un aire sepulcral se adueña del espacio, y al
instante mi corazón detiene su anhelante palpitar.
Tu presencia yacía en el mar de aquella penumbra,
conduciendo a mi alma condenada;
despojándola del templo mortál, que entre la hierba
seca débilmente se derrumbaba.

ROSIS.

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