
Se escribió sobre el escritorio...
"Sol de mis días.
La rutina pervierte.
El diván aterroriza..." (L.R.)
Todo me huele a trementina.
A tu habitual sevicia.
Me huele a sangre desollada,
a margarita.
A azucena que se eleva en la mañana.
A estanque y a cortina...
Me huele a papel y tinta.
A labios despojados
de una caricia.
Me huele a sudor,
a sexo expuesto,
a tus sabanas destendidas.
A lluvia y brisa.
A golondrina...
Tengo un olor impregnado
entre el pecho
y las costillas.
Un aroma que flota
en el aire
y no se olvida.
Una esencia que es encanto,
seduce,
e hipnotiza.
Olor de sonrisa,
dulces labios
ambrosía.
Saliva que se mezcla
con ansia
y agonía.
Huele a césped,
a hierba húmeda.
A todo lo que de la tierra nace
y se hace vida.
A corteza de árbol,
flor, néctar,
barro,
y brisa.
Olores de recuerdo.
De cajón abierto,
pasado que es herida
y no cicatriza.
Todo me huele a tiempo.
A la péndola que gira.
Olor a otros días,
otro cuerpo.
Calendario que cuelga
con los años
cual si fueran cifras.
Perfume dulce
la melancolía.
Su hedor me concurre
y me visita.
Se impregna a mi cerebro,
causal de apoplejía.
Lo irresuelto vuelve
a raudal
con ironía...
Todo lo dulce,
lo yerto.
Todo se me hace musa
¡Oh melancolía!
MARIA FERNANDA CEBALLOS (La realidad)
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