miércoles, 11 de abril de 2012

OCASO


La tarde muere.
Se desvanece en mi ventana
cubierta de velos áureos,
dorados, perlados y turquíes.
La tarde muere
atada por un cordón argento
a este mundo de sueños.
Muero con el ocaso y cuento
lagrimas en la mar que llamamos cielo.
Me pregunto si locura y pasión
bastan para crear un misterio…
Calculo cuánto amor suman
todos los sacros anhelos.
Hablo al observador etéreo.
Le revelo mis insondables secretos,
todo es silencio.
Y al silencio pido en silencio
decirme, desvelarme, contarme.
Cuántas vueltas dará la esfera
hasta el retorno del amor.


ALEXANDER ELIAS.

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