
La piel siente hasta lo que no debe.
Los ojos ven lo que no existe, lo que quieren y les conviene.
Mis manos tantas veces en las que no creen lo que tocan.
Mis labios y sus adentros degustan y no por eso me como el mundo
a veces hay gusto en las privaciones.
Mis oídos escuchan demasiado, tanto que no quiero atender
lo que mi propio pregón interno les susurra
los propios pensamientos se vuelven ruidos molestos
que callo con un par de canciones favoritas
y para terminar con los sentidos convencionales
queda el dichoso olfato, por el cual
soy una sabuesa del aliento de mi amado, lo respiro y
me gusta creer, que en la esencia divina sembrada en algún paraíso
Habrá una gota de mi perfume.
Sin embargo, Sigue faltando algo, otro sentido, otros
sin el cual ninguno de los anteriores valdría la pena.
Quizá todos sean solo uno
quizá sea el sentido de la existencia
o nuestra indiscutible intuición femenina.
El sentir, el sentir. De qué más se trata?
Los sentimientos son
los órganos invisibles del cuerpo que nos sostiene,
los sentidos del alma.
Ella tiene sus propias visiones, su voz, su aliento,
su manera de tocar, de hablarnos,
su propio olor involucrado en nuestro inconsciente.
Todos caminan paralelamente,
resistiéndose, tensionándose para darnos
esa sensación eterna en el ser humano de
creernos tan únicos, tan irrepetibles
que no por nada el amor es un viaje que va
de la exploración del cuerpo a las profundidades del ser.
Dos caminos en uno unidos por una infinita necesidad humana de lo sublime.
CAROLINA RUALES